Roberto Hidalgo Flor
La entropía es una medida del desorden de un sistema y tiende a crecer degradándolo. Si es un sistema cerrado, la tendencia entrópica determinará que este colapse. En la vida real no hay sistemas cerrados, todos son abiertos, porque tienen un entorno que les rodea (otro sistema), con el cual hay intercambios de diversos tipos: materia, energía, información, comunicación, etc., y esto es precisamente lo que permite que el sistema se mantenga o crezca. Los intercambios con el entorno pueden tener un efecto positivo (es lo que se denomina como neguentropía o entropía negativa) y ayudan a su permanencia, pero también le pueden afectar negativamente.
En el sistema de educación superior, y en las instituciones que lo componen, la entropía puede crecer por las contradicciones entre los actores internos, cada uno con sus propios objetivos, intereses y prioridades, según se expuso en el artículo anterior. En cada institución las normas internas, pero también las externas y las influencias de los actores del entorno pueden hacer que la institución evolucione positiva o negativamente. En estos momentos se discuten temas de interés para el sistema de educación superior en su conjunto. Se habla de más autonomía, más libertad para las universidades; se plantea la libre escogencia de carreras para los estudiantes y también se discute sobre el libre ingreso.
Las definiciones que se tomen no deberán replicar los errores del pasado: universidades de “garaje”, universidades “solo negocio”, docentes “taxistas” (saltando entre universidades con pocas horas-clase en cada una) o la compra-venta de títulos universitarios. Habrá que establecer lo que contribuya de mejor manera a la calidad del sistema de educación superior, en sus actividades de enseñanza-aprendizaje, investigación y vinculación con la comunidad. El sistema debe mejorar, crecer y desarrollarse, evitando la tendencia entrópica.