Wilson Araque J.
La mejora de la competitividad personal, organizacional o de todo un país debe ser enfocada sobre la base de los principios de la teoría y práctica sistémica, ya que, pensando en su origen, esta requiere del conjunto de esfuerzos que, desde adentro y desde afuera de una empresa, contribuyan a desarrollar capacidades que les ayuden a enfrentar los desafíos de un mercado cada día más exigente y globalizado.
De ahí, la identificación de todas las variables y las interrelaciones explicativas que se dan entre estas es clave para el diseño de estrategias que, flexible y adaptativamente, respondan a un mundo en permanente cambio y mayores e intensas interacciones.
En ese escenario de interrelaciones es vital el llamado a la participación directa de actores del sector público y privado, nacional e internacional que, con sus potencialidades, al interactuar generarán un efecto sinérgico en pro de lograr una nación en donde la calidad, productividad e innovación son la base para la permanencia y crecimiento empresarial.
La academia, por supuesto, juego un papel fundamental, principalmente, mediante la transferencia de conocimiento que, producto de los ejercicios investigativos, realizan hacia el sector productivo que, para mejorar su posición competitiva, necesitan de ese tipo de esfuerzos especializados de origen académico.